domingo, 2 de agosto de 2009

"Proyectar para el futuro y evitar las trampas del pasado", por Domingo del Pino

"Proyectar para el futuro y evitar las trampas del pasado",

por Domingo del Pino


Ponencia de Domingo del Pino con motivo del "Encuentro La construcción de la memoria común desde el discurso periodístico. El caso hispano-marroquí", celebrado en Granada los días 23 y 24 de Junio de 2009 (Fundación Euro Árabe de Altos Estudios)

Gracias al Centro para la Memoria Común y el Porvenir de Marruecos, una organización que no conocía, por haberme invitado a este coloquio y por haberme dado la oportunidad de volver a dialogar con tantos viejos amigos aunque finalmente la mayoría de ellos no haya podido venir.
Yo había preparado unas notas de intervención en función del temario que me había sido presentado por los organizadores, pero a consecuencia de las intervenciones que me han precedido renuncio a lo que tenía preparado e improvisaré en parte en reacción a lo que hasta ahora he oido aquí.

Debo confesar que oyendo lo repetido del mensaje que la parte marroquí nos lanza – el reconocimiento de la injusticia histórica cometida con los moriscos de la Península ibérica, pero no solo eso que sería razonable, sino otras peticiones como “que los reyes de España pidan perdón” o “que se reconozca a sus descendientes como españoles” con nacionalidad y pasaporte español según he oído en una intervención – he sentido un poco de vértigo y un cierto agobio por la responsabilidad que de nuevo se echa sobre las espaldas de mi generación y a mi profesión.

Añado que las frecuentes y recurrentes alusiones al Testamento de Isabel la Católica, tan maldito para la parte marroquí en este y en casi todos los encuentros hispano-marroquíes, han terminado por resultarme incómodas. Desde hace un tiempo a esa panoplia de reproches se añade el de la supuesta o real utilización de gases tóxicos en la guerra del Rif que cierra el ciclo, por el momento imagino, de los reproches históricos que se nos hacen.

Lamento verdaderamente porque me cuento entre los que quisieran construir algún futuro de cooperación con los marroquíes y con los magrebíes que en cada encuentro la parte marroquí siempre parezca venir pertrechada con una lista de dolencias sobre nuestros comportamientos pasados, presentes y a veces pienso que hasta futuros. Siento mucho que los marroquíes nunca contemplen la historia compartida como un asunto de dos que al menos en un plano académico sería conveniente reconocer que tiene dos lecturas.

Se me escapa completamente la lógica según la cual nuestro amigos marroquíes consideran denostable el Testamento de Isabel la Católica y que no se les ocurra pensar que para algunos españoles Yussuf Bin Tachfin, ocho siglos antes, pueda tener un significado simbólico parecido para los españoles; o que siglos después judíos y cristianos españoles y norteafricanos consideren de un fanatismo similar o superior la prédica de Ibn Tumert, por ejemplo.

No entiendo tampoco la lógica que hace de la expansión musulmana desde el siglo séptimo sea considerada benefactora y que la reacción de la Europa cristiana posterior sea execrable. No entiendo muy bien porque los moriscos son reivindicados como españoles y los creadores de aquella Península ibérica tri-cultural que simboliza Córdoba sean recordados como árabes y/o omeyas. De la misma manera tampoco entiendo que la historia solo deba comenzar a ser reparada – hasta allí donde la historia puede ser reparada – desde los hitos que nuestros amigos colegas marroquíes nos fijan.

Yo afirmo que estas miradas solo puestas en reivindicaciones, justificadas o no pero solo unidireccionales, dificultan la construcción de un entorno de cooperación y comprensión volcado hacia proyectos de futuro que en definitiva serían los que permitirían superar un pasado que fue lo que fue y que en ningún caso podrá ser retroactivamente de otra manera.

Uno de esos asuntos de futuro sería la cooperación entre periodistas españoles y magrebíes, que tenemos que hacer frente a situaciones profesionales similares. Este es uno de los asuntos que yo sí incluía en la intervención que había preparado y que coincidía con el tema de este encuentro: “La construcción de la memoria común desde el discurso periodístico” y el tema específico de la sección donde yo estoy inscrito: “España-Marruecos, miradas cruzadas”.

Vaya por delante una observación preliminar. Soy muy escéptico en cuanto a la construcción de memorias comunes entre países distintos como es el caso de Marruecos y España, o como podría ser el de España y Portugal, España y Cuba, o Marruecos y Argelia, Marruecos y Francia, Marruecos y Sahara. No creo que se construyan historias comunes solo con actos voluntaristas. Las historias respectivas se han forjado a lo largo de siglos, las han construido los pueblos con sus luchas por cumplir sus aspiraciones, y las han modelo el arte de esos pueblos, su literatura, su poesía, su ciencia y los adelantos militares y civiles relacionados con esas esperanzas.

El discurso periodístico como elemento de construcción de memoria francamente no existe y en el mejor de los casos solo podría existir desde que el periodismo existe como actividad segregada de la literatura. Creo que el periodismo ha sido importante durante todo el siglo XX para confirmar o modificar percepciones históricas enraizadas pero no para la historia/ memoria misma.

Reitero aquí lo que he dicho en otros coloquios y encuentros hispano-marroquíes: creo que el periodismo marroquí es hoy más vivo y más interesado en los problemas de Marruecos en su progreso y su transición que el actual periodismo español. Quiero decir que me parece más constructivo y más dinámico. En buena medida me recuerda a nosotros mismos, periodistas españoles, en los años sesenta y setenta. Pero los periodistas españoles estamos ahora preocupados por otros problemas, el primero y principal el de nuestra propia supervivencia como profesión, que está íntimamente ligada a la supervivencia del periódico en su forma actual.

Eso sin contar con la crisis mundial que estamos viviendo y que aparte de la pérdida de empleo periodístico neto que ya ha supuesto y los que aún se van a perder, puede servir igualmente de pretexto para acelerar la transformación, que de todas maneras es imparable, del panorama mediático español. El Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid ya ha hablado de una pérdida de 3500 puestos de trabajo en los medios, una cifra que es la del momento en que fue anunciada, mayo de 2009.

En el presente los gobiernos y las instituciones tienen mayor papel en la creación si no de memoria común, al menos de percepciones comunes. El periodista ha perdido cotas muy elevadas de autonomía temática e informativa, de la selección de imágenes, del vecino próximo o lejano, y las transformaciones ocurridas en la propiedad de los medios en beneficio del poder o los poderes económicos deja poco margen al periodista para la elección de temas e informaciones.

La Unión Europea como conjunto y los gobiernos de los países que la componen, son decisivos hoy en el lanzamiento de ideas y proyectos alrededor de los cuales evolucionan las actividades de los medios y los periodistas. Por eso las opciones de los gobiernos son hoy decisivas en la configuración del menú informativo y mediático diario. En el caso de España la prensa está además fracturada en dos y con ella los periodistas, para todo lo que concierne a la política interior española. Afortunadamente democracia y libertad son dos logros irreversibles para los partidos socialista y popular que sumados reciben en periodos electorales casi el 90 por ciento de la adhesión del electorado español.

El gobierno actual ha tomado algunas iniciativas que le distinguen de los anteriores gobiernos, tanto socialistas como populares, aunque algunas de ellas como la alianza de civilizaciones o la memoria histórica no haya sabido relacionarlas con las realidades internacionales o nacionales a que se refieren y sobre todo no haya sabido articular un movimiento intelectual de calidad para su defensa y para su explicación.

Muy positivo y sobre todo muy solidario es que España se haya alineado con el pelotón de cabeza europeo de países solidarios que consagran o consagrarán en breve el 0,7 por ciento de su PIB a solidaridad aunque hacerlo a través de instituciones internacionales tan consumidoras de recursos y presupuestos como la ONU no parezca la mejor opción. También es de extraordinaria importancia que en estos momentos de crisis el gobierno defienda a veces a un alto coste político, el mantenimiento de las conquistas sociales alcanzadas en España.

El gobierno socialista consagra hoy a Marruecos lo esencial de su presupuesto de cooperación exterior con el Mediterráneo y África. Somos el país europeo con más mecanismos de cooperación y diálogo con Marruecos. Por todo ello creo que quienes frecuentamos este tipo de encuentros y coloquios tenemos la responsabilidad de identificar áreas y temas comunes aptos para movilizarnos en pos de objetivos comunes de futuro que nos puedan unir, y no de historias pasadas que inevitablemente nos colocan en trincheras culturales y nos llevan a enrocamientos mentales innecesarios.

(30/07/09)

marruecosdigital.net